Considero que José Eusebio Caro debería haber sido Ministro de Educación por su gran aporte al campo social desde diferentes puntos de vista y lo narra en sus “meditaciones sobre la ciencia del bien y del mal y ensayo de una síntesis general de todas las ciencias sociales” es decir, hace una “exposición de las leyes naturales en virtud de las cuales el bien absoluto se va desarrollando en el mundo, en la historia de en medio del conflicto de los interese relativos” plantea la educación como un bien público comprendido desde los valores, la ética y la moral y además por su sistema intelectual o científico y a su vez busca “conseguir el bienestar, el progreso y la civilización de las sociedades”, es aquí donde entra a jugar un papel importante la educación que se le puede brindar a las personas.
Es un hombre que entiende a la perfección lo que significa el bien público que significa satisfacción de las necesidades de la mayoría y cabe anotar que el mayor bien público que se puede dar es la educación que nos ilustra y nos guía en nuestro descubrir diario hacia el conocimiento intelectual como lo hizo Caro. En el campo social hemos de decir que era muy importante para Caro tres sistemas 1. El vital, cuyo objeto es la nutrición y crecimiento del individuo 2. Mental, cuyo objeto es el conocimiento y la acción del individuo y a su vez se subdivide en personal (como la aprehensión y percepción) y las sociales (como la preparación en la elección del maestro) y como 3. Mecánico, cuyo objeto es la ejecución de órdenes. “Caro además plantea la concepción social que se fundamenta en tres realidades, la vida, la ciencia y el poder: estas realidades en acción producen el progreso y contribuyen al bien.
martes, 17 de marzo de 2009
Entrevista a José Eusebio Caro
Entrevistador. Nos encontramos con el profesor José Eusebio Caro, gran poeta y filósofo colombiano. Profesor, muy buenos días.
José Eusebio Caro. Muy buenos días.
E – Para entrar en materia es necesario hablar de sus primeros escritos.
J – Sí, adelante.
E - Cuando se habla del Ser como lo que se ofrece a la curiosidad del niño, del ignorante o de los salvajes, hasta lo que ocupa la atención del sabio ¿cómo se podría llegar a clasificar ese Ser que no es tan indiferente para todas las personas?
J – El Ser puede tener esta gradación: el yo, los hombres, los animales, las plantas, la materia inanimada y Dios.
E – Al respecto del hombre usted presenta una clasificación, o más bien una subclasificación de éste.
J – Sí, como no, el hombre inanimado que se refiere al espectáculo que presenta el cuerpo humano a la apariencia exterior y al estudio del sistema muscular y vasoso. Y para el ser animado del hombre se toma ante todo la actividad humana y la clasificación de las facultades específicas: fuerza, potencia, instintos, inteligencia, entre otras.
E – Ahora bien, pasando a un plano ético usted toca un tema sobre el bien y el mal, háblenos un poco más de eso...
J – Sí, sí. Me refiero a ellas como la ciencia del bien y el mal, en las cuales expongo las leyes naturales en virtud de las cuales el bien absoluto se va desarrollando en el mundo y en las historia en medio del conflicto de los intereses relativos, éstos tienen un orden abstracto como concreto y práctico.
E – Cuando nos habla de concreto y práctico ¿nos es lo mismo?
J – No. Como ciencia concreta presenta la historia efectiva del desarrollo del bien y el punto al que ha llegado; como ciencia práctica determina los medios más adecuados a su desarrollo según las pautas más trazadas por la especulación previa.
E – Profesor ¿qué sistemas filosóficos tiene como referencia para el desarrollo de esta ciencia?
J – Algunos como el estoico, el epicúreo, la filosofía de la naturaleza de Juan Jacobo Rosseau y de la Ilustración con Adam Smith, que identifica el bien con el amor y el mal con el odio; el metafísico, identificado con el espiritualismo de T. Jouffrey que hace consistir el bien en el orden y el mal en el desorden.
E – Parece bastante cimentado
J – Sí, pero ésos son algunos, pues también echo mano del intelectualismo ético de Sócrates, el cual identifica el bien con la verdad y el mal con el error; el poético que ve el bien en la belleza y el mal en la fealdad.
E – Pero, profesor todos esos recursos parecen estar en un orden bastante anterior a su época ¿cuál es una de las bases más recientes de la ciencia del bien y del mal?
J – Sí, como no. En cuanto a esta clasificación hago alusión a la teoría utilitarista y edemonista, quien distingue entre bienes y males, positivos y negativos, partiendo del error de confundir el bien con el placer y el mal con el dolor.
E – Pero ¿eso no va encontra del epicureísmo en que usted se basa?
J – Sí. Pero esa doctrina es una referencia de las muchas que tengo. Personalmente me inclino más por una clasificación de bienes y males necesarios y no necesarios: presentes, pasados y futuros, los primeros; posibles o imposibles, los segundos.
E – Pasando a un plano mucho más concreto ¿qué propuesta tiene para la juventud colombiana?
J – Pues bien. Este mismo utilitarismo o principio de utilidad, el cual es una regla que clasifica de buenas o malas, de virtuosas o criminales las obras humanas, en vista del resultado definitivo de placer o de pena que puesto todo en cuenta recoge la humanidad en general. En una palabra, el principio de utilidad hace consistir la moralidad de las obras de los hombres en los resultados definitivos de placer o dolor que ellas producen.
Entrevistador. Nos encontramos con el profesor José Eusebio Caro, gran poeta y filósofo colombiano. Profesor, muy buenos días.
José Eusebio Caro. Muy buenos días.
E – Para entrar en materia es necesario hablar de sus primeros escritos.
J – Sí, adelante.
E - Cuando se habla del Ser como lo que se ofrece a la curiosidad del niño, del ignorante o de los salvajes, hasta lo que ocupa la atención del sabio ¿cómo se podría llegar a clasificar ese Ser que no es tan indiferente para todas las personas?
J – El Ser puede tener esta gradación: el yo, los hombres, los animales, las plantas, la materia inanimada y Dios.
E – Al respecto del hombre usted presenta una clasificación, o más bien una subclasificación de éste.
J – Sí, como no, el hombre inanimado que se refiere al espectáculo que presenta el cuerpo humano a la apariencia exterior y al estudio del sistema muscular y vasoso. Y para el ser animado del hombre se toma ante todo la actividad humana y la clasificación de las facultades específicas: fuerza, potencia, instintos, inteligencia, entre otras.
E – Ahora bien, pasando a un plano ético usted toca un tema sobre el bien y el mal, háblenos un poco más de eso...
J – Sí, sí. Me refiero a ellas como la ciencia del bien y el mal, en las cuales expongo las leyes naturales en virtud de las cuales el bien absoluto se va desarrollando en el mundo y en las historia en medio del conflicto de los intereses relativos, éstos tienen un orden abstracto como concreto y práctico.
E – Cuando nos habla de concreto y práctico ¿nos es lo mismo?
J – No. Como ciencia concreta presenta la historia efectiva del desarrollo del bien y el punto al que ha llegado; como ciencia práctica determina los medios más adecuados a su desarrollo según las pautas más trazadas por la especulación previa.
E – Profesor ¿qué sistemas filosóficos tiene como referencia para el desarrollo de esta ciencia?
J – Algunos como el estoico, el epicúreo, la filosofía de la naturaleza de Juan Jacobo Rosseau y de la Ilustración con Adam Smith, que identifica el bien con el amor y el mal con el odio; el metafísico, identificado con el espiritualismo de T. Jouffrey que hace consistir el bien en el orden y el mal en el desorden.
E – Parece bastante cimentado
J – Sí, pero ésos son algunos, pues también echo mano del intelectualismo ético de Sócrates, el cual identifica el bien con la verdad y el mal con el error; el poético que ve el bien en la belleza y el mal en la fealdad.
E – Pero, profesor todos esos recursos parecen estar en un orden bastante anterior a su época ¿cuál es una de las bases más recientes de la ciencia del bien y del mal?
J – Sí, como no. En cuanto a esta clasificación hago alusión a la teoría utilitarista y edemonista, quien distingue entre bienes y males, positivos y negativos, partiendo del error de confundir el bien con el placer y el mal con el dolor.
E – Pero ¿eso no va encontra del epicureísmo en que usted se basa?
J – Sí. Pero esa doctrina es una referencia de las muchas que tengo. Personalmente me inclino más por una clasificación de bienes y males necesarios y no necesarios: presentes, pasados y futuros, los primeros; posibles o imposibles, los segundos.
E – Pasando a un plano mucho más concreto ¿qué propuesta tiene para la juventud colombiana?
J – Pues bien. Este mismo utilitarismo o principio de utilidad, el cual es una regla que clasifica de buenas o malas, de virtuosas o criminales las obras humanas, en vista del resultado definitivo de placer o de pena que puesto todo en cuenta recoge la humanidad en general. En una palabra, el principio de utilidad hace consistir la moralidad de las obras de los hombres en los resultados definitivos de placer o dolor que ellas producen.
¿Por qué José Eusebio Caro tiene las facultades para ser un buen presidente?
Es un gran poeta, político, fundador del Partido Conservador, periodista y lo más importante es que es un hombre intachable y ante todo leal.
Para José Eusebio Caro es regla de conducta la moral del cristianismo, fundada en el principio de la autoridad, en la convicción del deber y en el dogma de la inmortalidad del alma.
En la mente de José Eusebio Caro surge, antes que ningún otro el concepto del deber, que se ordena así:
1. Un deber con Dios.
2. Un deber con la patria.
3. Un deber con la sociedad (familia).
De estos deberes depende el progreso de la sociedad.
Para él, la libertad no es un hecho originario, es un resultado, es el destino del hombre. Es decir, que la libertad propia es un derecho, la libertad ajena es un deber. Derecho y deber son razones de justicia que asisten al hombre respecto a los otros, para que lo dejen cumplir con su destino, y que lo obligan a dejar cumplir a los otros el suyo.
Es un hombre conservador. Es decir justo. Él dice:
El partido Conservador, el partido del derecho, es naturalmente pacífico y justo. Pues esto efectos son logrados por una conciencia moral fortalecida por el sentimiento religioso.
Y refiriéndose a la justicia dice esto: la justicia se halla con frecuencia en oposición con el interés: los motivos que inducen al hombre a ser siempre justo, son motivos desinteresados. De aquí la tendencia natural del partido conservador a la religión; de aquí su odio a las enseñanzas irreligiosas y disolvente. Por lo tanto, José Eusebio Caro es un hombre pacifico, justo y desinteresado, pues tiene una gran conciencia moral fortalecida por la educación religiosa que a recibido.
Es un hombre que se mueve por sentimientos religiosos (católicos) y va en contra de los que proclaman proyectos atroces y el socialismo.
La única bandera conservadora que tiene vida, y muestra resolución y vigor, es la que obra por sentimientos religiosos, el rojísimo no tiene más enemigo que le haga frente en la Nueva Granada que el catolicismo. La forma del cristianismo aquí es catolicismo. El catolicismo se presenta como el baluarte que defiende la sociedad contra los proyectas atroces de los bandoleros que proclama el socialismo.
Y por último, es un hombre que reconoce que la religión católica es el factor irremplazable de la más alta cultura humana y la quiere ver regulando el comercio inefable de las almas creyentes con la divinidad, en la plena independencia de su propia esfera, con el respeto y acato indispensables a su misión soberana. Pero como político no mezcla ni confunde el campo de lo material y terreno con lo espiritual y divino.
Es un gran poeta, político, fundador del Partido Conservador, periodista y lo más importante es que es un hombre intachable y ante todo leal.
Para José Eusebio Caro es regla de conducta la moral del cristianismo, fundada en el principio de la autoridad, en la convicción del deber y en el dogma de la inmortalidad del alma.
En la mente de José Eusebio Caro surge, antes que ningún otro el concepto del deber, que se ordena así:
1. Un deber con Dios.
2. Un deber con la patria.
3. Un deber con la sociedad (familia).
De estos deberes depende el progreso de la sociedad.
Para él, la libertad no es un hecho originario, es un resultado, es el destino del hombre. Es decir, que la libertad propia es un derecho, la libertad ajena es un deber. Derecho y deber son razones de justicia que asisten al hombre respecto a los otros, para que lo dejen cumplir con su destino, y que lo obligan a dejar cumplir a los otros el suyo.
Es un hombre conservador. Es decir justo. Él dice:
El partido Conservador, el partido del derecho, es naturalmente pacífico y justo. Pues esto efectos son logrados por una conciencia moral fortalecida por el sentimiento religioso.
Y refiriéndose a la justicia dice esto: la justicia se halla con frecuencia en oposición con el interés: los motivos que inducen al hombre a ser siempre justo, son motivos desinteresados. De aquí la tendencia natural del partido conservador a la religión; de aquí su odio a las enseñanzas irreligiosas y disolvente. Por lo tanto, José Eusebio Caro es un hombre pacifico, justo y desinteresado, pues tiene una gran conciencia moral fortalecida por la educación religiosa que a recibido.
Es un hombre que se mueve por sentimientos religiosos (católicos) y va en contra de los que proclaman proyectos atroces y el socialismo.
La única bandera conservadora que tiene vida, y muestra resolución y vigor, es la que obra por sentimientos religiosos, el rojísimo no tiene más enemigo que le haga frente en la Nueva Granada que el catolicismo. La forma del cristianismo aquí es catolicismo. El catolicismo se presenta como el baluarte que defiende la sociedad contra los proyectas atroces de los bandoleros que proclama el socialismo.
Y por último, es un hombre que reconoce que la religión católica es el factor irremplazable de la más alta cultura humana y la quiere ver regulando el comercio inefable de las almas creyentes con la divinidad, en la plena independencia de su propia esfera, con el respeto y acato indispensables a su misión soberana. Pero como político no mezcla ni confunde el campo de lo material y terreno con lo espiritual y divino.
José Eusebio Caro Ibáñez (1817 1853)
Mi nombre es José Eusebio Caro Ibáñez nací el 5 de mayo de 1817 en Ocaña (Norte de Santander); mi casa está ubicada frente a la plazoleta de San Francisco que luego serviría de piedra angular para la sede del colegio que llevó el mismo nombre. Mis padres son Francisco Javier Caro y Nicolasa Ibáñez a la que más tarde inmortalicé con uno de mis novelas Nicolosa y Bernardina. En 1828 mi abuelo fallece y mi padre cae en la ceguera. Inicié mis estudios en el Colegio José M. Triana en Bogotá. De allí me pasé para el Colegio de San Bartolomé, en donde hice estudios de jurisprudencia, carrera en la que no logré doctorarme por mi precoz ingreso a las controversias políticas de mi época.
Ocupé cargos subalternos en el Ministerio de Hacienda y de Relaciones Exteriores. En 1836 junto con Joaquín Ortiz fundé el seminario La Estrella Nacional, y publiqué mis primeras poesías y ensayos con realidad social y políticas. Al estallar la Guerra Civil me uní a las tropas del general Pedro Alcántara Herrán y regresé a mi tierra natal el 20 de enero de 1841. El 3 de febrero de 1843 contraje matrimonio con Blasina Tobar Pinzón, (la mujer de la estuve enamorado toda mi vida) unión que trajo al mundo a Miguel Antonio (humanista y estadista y presidente de la República entre 1892 y 1896) y Margarita (primera dama de la Nación en el mandato de Carlos Holguín Mallarino entre 1888 y 1892). En 1848, fui ministro encargado del ministerio de Hacienda. En 1849, redacté junto con Mariano Ospina Rodríguez la primera declaración del Partido Conservador y publiqué el seminario La Civilización, que se caracterizó por la fuerte oposición a José Hilario López. Varios editoriales contra el gobierno me ocasionaron una condena a prisión que logré evitar huyendo del país a través de los Llanos Orientales y de ahí viajé hacia Nueva Cork (E. U. A.), en donde estuve por dos años 1850 y finales de 1852.
Como las comunicaciones por ese entonces eran lentas no fue posible que una de mis obras poéticas tuviera gran despliegue que se merecía por ser un excelente escrito. Como periodista redacté El Granadino, fui colaborador en El Amigo del Pueblo, El Águila de Júpiter, El Conservador, La República y El Nacional. En estos escritos sobresalí por mi pluma ágil, sobria, vigorosa y polémica. Mis escritos son: Héctor; Una lágrima de felicidad; El pobre; Estar contigo; En boca del último inca; El hacha del proscrito; Despedida de la patria; La hamaca del destierro; El alta mar (poema lírico por excelencia); La libertad y el socialismo. Mis fueron recopiladas y publicadas en irlanda, en 1857. En 1885, fueron reeditadas en Madrid, con lo cual comenzó a tener el alcance universal que merecía. (Pero quizás el mayor tributo que se le ha ofrecido a este poeta, para la interpretación de su obra, fue el estudio: “Las poesías de José Eusebio Caro”, que el Instituto Caro y Cuervo publicó en 1966). Los temas recurrentes de mi obra fueron Dios, la mujer, la muerte y la naturaleza, a los cuales supe arrancar nuevas sonoridades y combinaciones con temas afines, hasta erigirlos en símbolos. Pero yo, José Eusebio Caro, no sólo fui poeta y filósofo, sino también fui un hombre de ciencia.
A raíz de mis críticas políticas, usé para ello mi prosa mordaz, debido a este suceso permanecí en Nueva Cork desde 1850 hasta finales de 1852. Al regresar a Colombia lo hice por Argentina, lugar en donde adquirí la fiebre amarilla, que más tarde el 28 de enero de 1853 acabaría con mi vida y carrera política.
Mi nombre es José Eusebio Caro Ibáñez nací el 5 de mayo de 1817 en Ocaña (Norte de Santander); mi casa está ubicada frente a la plazoleta de San Francisco que luego serviría de piedra angular para la sede del colegio que llevó el mismo nombre. Mis padres son Francisco Javier Caro y Nicolasa Ibáñez a la que más tarde inmortalicé con uno de mis novelas Nicolosa y Bernardina. En 1828 mi abuelo fallece y mi padre cae en la ceguera. Inicié mis estudios en el Colegio José M. Triana en Bogotá. De allí me pasé para el Colegio de San Bartolomé, en donde hice estudios de jurisprudencia, carrera en la que no logré doctorarme por mi precoz ingreso a las controversias políticas de mi época.
Ocupé cargos subalternos en el Ministerio de Hacienda y de Relaciones Exteriores. En 1836 junto con Joaquín Ortiz fundé el seminario La Estrella Nacional, y publiqué mis primeras poesías y ensayos con realidad social y políticas. Al estallar la Guerra Civil me uní a las tropas del general Pedro Alcántara Herrán y regresé a mi tierra natal el 20 de enero de 1841. El 3 de febrero de 1843 contraje matrimonio con Blasina Tobar Pinzón, (la mujer de la estuve enamorado toda mi vida) unión que trajo al mundo a Miguel Antonio (humanista y estadista y presidente de la República entre 1892 y 1896) y Margarita (primera dama de la Nación en el mandato de Carlos Holguín Mallarino entre 1888 y 1892). En 1848, fui ministro encargado del ministerio de Hacienda. En 1849, redacté junto con Mariano Ospina Rodríguez la primera declaración del Partido Conservador y publiqué el seminario La Civilización, que se caracterizó por la fuerte oposición a José Hilario López. Varios editoriales contra el gobierno me ocasionaron una condena a prisión que logré evitar huyendo del país a través de los Llanos Orientales y de ahí viajé hacia Nueva Cork (E. U. A.), en donde estuve por dos años 1850 y finales de 1852.
Como las comunicaciones por ese entonces eran lentas no fue posible que una de mis obras poéticas tuviera gran despliegue que se merecía por ser un excelente escrito. Como periodista redacté El Granadino, fui colaborador en El Amigo del Pueblo, El Águila de Júpiter, El Conservador, La República y El Nacional. En estos escritos sobresalí por mi pluma ágil, sobria, vigorosa y polémica. Mis escritos son: Héctor; Una lágrima de felicidad; El pobre; Estar contigo; En boca del último inca; El hacha del proscrito; Despedida de la patria; La hamaca del destierro; El alta mar (poema lírico por excelencia); La libertad y el socialismo. Mis fueron recopiladas y publicadas en irlanda, en 1857. En 1885, fueron reeditadas en Madrid, con lo cual comenzó a tener el alcance universal que merecía. (Pero quizás el mayor tributo que se le ha ofrecido a este poeta, para la interpretación de su obra, fue el estudio: “Las poesías de José Eusebio Caro”, que el Instituto Caro y Cuervo publicó en 1966). Los temas recurrentes de mi obra fueron Dios, la mujer, la muerte y la naturaleza, a los cuales supe arrancar nuevas sonoridades y combinaciones con temas afines, hasta erigirlos en símbolos. Pero yo, José Eusebio Caro, no sólo fui poeta y filósofo, sino también fui un hombre de ciencia.
A raíz de mis críticas políticas, usé para ello mi prosa mordaz, debido a este suceso permanecí en Nueva Cork desde 1850 hasta finales de 1852. Al regresar a Colombia lo hice por Argentina, lugar en donde adquirí la fiebre amarilla, que más tarde el 28 de enero de 1853 acabaría con mi vida y carrera política.
NOMBRE: José Eusebio Caro Ibáñez.
NACIONALIDAD: colombiano.
SUS PADRES: Francisco Javier Caro y Nicolasa Ibáñez
NACIMIENTO: 5 de mayo de 1817 en el municipio de Ocaña (N. de Santander).
FALLECIMIENTO: 28 de enero de 1853 en la ciudad de Santa Marta (Magdalena).
SU FAMILIA: Contrae matrimonio con Blasina Tobar Pinzón, el 3 de febrero de 1843 en la ciudad de Bogotá, teniendo así a dos hijos que son: Miguel Antonio Caro, que fue presidente de Colombia en 1892 y a Margarita Caro Tobar, que se convertiría primera dama de la nación con su esposo el presidente de Colombia Carlos Holguín Mallarino en los años de 1888 a 1892.
CARGO QUE DESEMPEÑÓ: Político, (Ministro de Hacienda y de Relaciones Exteriores); poeta y periodista.
ESTUDIOS: PRIMARIA: Colegio José María Triana
SECUNDARIA: Colegio San Bartolomé
PRECURSOR DE: El seminario La Estrella Nacional con José Joaquín Ortiz en 1836; y el partido Conservador con la ayuda de Mariano Ospina Rodríguez en 1849.
SUS OBRAS: Escritos filosóficos, El tradicionalista, El orden Jerárquico del bien y del mal, Epistolario, también redactó El granadino y colaboró en los periódicos El amigo del pueblo, el águila de Júpiter, El Conservador, La república y el Nacional, también fue un gran defensor de la importancia del utilitarismo en Colombia.
NACIONALIDAD: colombiano.
SUS PADRES: Francisco Javier Caro y Nicolasa Ibáñez
NACIMIENTO: 5 de mayo de 1817 en el municipio de Ocaña (N. de Santander).
FALLECIMIENTO: 28 de enero de 1853 en la ciudad de Santa Marta (Magdalena).
SU FAMILIA: Contrae matrimonio con Blasina Tobar Pinzón, el 3 de febrero de 1843 en la ciudad de Bogotá, teniendo así a dos hijos que son: Miguel Antonio Caro, que fue presidente de Colombia en 1892 y a Margarita Caro Tobar, que se convertiría primera dama de la nación con su esposo el presidente de Colombia Carlos Holguín Mallarino en los años de 1888 a 1892.
CARGO QUE DESEMPEÑÓ: Político, (Ministro de Hacienda y de Relaciones Exteriores); poeta y periodista.
ESTUDIOS: PRIMARIA: Colegio José María Triana
SECUNDARIA: Colegio San Bartolomé
PRECURSOR DE: El seminario La Estrella Nacional con José Joaquín Ortiz en 1836; y el partido Conservador con la ayuda de Mariano Ospina Rodríguez en 1849.
SUS OBRAS: Escritos filosóficos, El tradicionalista, El orden Jerárquico del bien y del mal, Epistolario, también redactó El granadino y colaboró en los periódicos El amigo del pueblo, el águila de Júpiter, El Conservador, La república y el Nacional, también fue un gran defensor de la importancia del utilitarismo en Colombia.
PORQUE LEER Y PROFUNDIZAR A JOSÉ EUSEBIO CARO
[1]La vida de este hombre fue rica en acontecimientos y plena de promesas. Poeta destacadìsimo, hasta el punto de ser en cierta forma la cima del movimiento romántico en Colombia.
Fundo con Mariano Ospina Rodríguez el partido conservador colombiano, profundamente humano en sus sentimientos, consagro buena parte de sus energías e inspiración en Blasinia, la mujer amada. Caro es la figura más grande del pensamiento colombiana en el XIX.
Al fundar el partido conservador colombiano caro dice “El partido conservador es, ante todo, el partido de la razón, cuya luz procura que ilumine sus decisiones. Por eso en la mente del conservador surge, antes que ningún otro, el concepto del deber, que se ordena lógicamente a Dios, la patria y la sociedad, como primeros términos de sus propósitos”.
Caro concibió un plan general de la ciencia del bien y del mal, para la clasificación del bien y del mal, que no halla forma definitiva en los papeles de caro, se hace una ilusión a la teoría del utilitarista y eudemonista Jeremías Bentham, quien distinguía entre los bienes y males positivos y negativos, partiendo del error de confundir bien con placer y mal con dolor.
Este hombre nos deja un legado filosófico muy importante para todos nosotros, es muy importante retomar sus tratados filosóficos y recordar que en Colombia si hay filósofos que a ayudaron a generar conocimiento y a crear nuevas ideas para consolidar mejor nuestro país como nueva nación de la América latina.
En sus escritos filosóficos José Eusebio Caro, toma como punto de partida el ser que esta ligado íntimamente con nuestra existencia y lo fundamenta con la moral, y el buen comportamiento que el mismo hombre debe dar a la sociedad, para que cada día busque el ideal de la verdad que hoy hace tanta falta en esta sociedad oprimida por la violencia y los que manejan a sus anchas el poder que el pueblo les ha dado. Y que este hombre de hoy sé muestre como un signo de vitalidad y esperanza para los otros que viven en una comunidad.
[1] Valderrama A. Carlos. El pensamiento filosófico de José Eusebio Caro. Bogotá instituto Caro y Cuervo 1979
[1]La vida de este hombre fue rica en acontecimientos y plena de promesas. Poeta destacadìsimo, hasta el punto de ser en cierta forma la cima del movimiento romántico en Colombia.
Fundo con Mariano Ospina Rodríguez el partido conservador colombiano, profundamente humano en sus sentimientos, consagro buena parte de sus energías e inspiración en Blasinia, la mujer amada. Caro es la figura más grande del pensamiento colombiana en el XIX.
Al fundar el partido conservador colombiano caro dice “El partido conservador es, ante todo, el partido de la razón, cuya luz procura que ilumine sus decisiones. Por eso en la mente del conservador surge, antes que ningún otro, el concepto del deber, que se ordena lógicamente a Dios, la patria y la sociedad, como primeros términos de sus propósitos”.
Caro concibió un plan general de la ciencia del bien y del mal, para la clasificación del bien y del mal, que no halla forma definitiva en los papeles de caro, se hace una ilusión a la teoría del utilitarista y eudemonista Jeremías Bentham, quien distinguía entre los bienes y males positivos y negativos, partiendo del error de confundir bien con placer y mal con dolor.
Este hombre nos deja un legado filosófico muy importante para todos nosotros, es muy importante retomar sus tratados filosóficos y recordar que en Colombia si hay filósofos que a ayudaron a generar conocimiento y a crear nuevas ideas para consolidar mejor nuestro país como nueva nación de la América latina.
En sus escritos filosóficos José Eusebio Caro, toma como punto de partida el ser que esta ligado íntimamente con nuestra existencia y lo fundamenta con la moral, y el buen comportamiento que el mismo hombre debe dar a la sociedad, para que cada día busque el ideal de la verdad que hoy hace tanta falta en esta sociedad oprimida por la violencia y los que manejan a sus anchas el poder que el pueblo les ha dado. Y que este hombre de hoy sé muestre como un signo de vitalidad y esperanza para los otros que viven en una comunidad.
[1] Valderrama A. Carlos. El pensamiento filosófico de José Eusebio Caro. Bogotá instituto Caro y Cuervo 1979
A un amigo
A veces creemos que la muerte llega con el pasar de muchos años. Cuando las arrugas tienen gran notoriedad en nuestro rostro y en la mayoría de nuestro cuerpo. Cuando varias cosas ya dejan de funcionar; cuando creemos que servimos para nada. Todos, absolutamente, tenemos miedo a morir. No queremos separarnos de esto que nos rodea, más bien nos apegamos con acérrimo esfuerzo a esto que se acaba. El problema de encontrarnos con la muerte es no haber hecho lo que nos tocaba hacer. Ahí se encontraba nuestra verdadera realización como personas. Lo que más admiro de ti, querido amigo, y hermano, es que no perdiste tiempo para tratar de solucionar los problemas que te acontecían. Querías dejar un gran legado, y lo dejaste.
Se me viene a la memoria aquellas veces que nos sentábamos en la esquina de doña María, hija mestiza entre un español y una nativa, a tomar café, queriendo solucionar los problemas de la Gran Colombia. Concluíamos con una fuerte carcajada “esto no tiene arreglo, si no nos arreglamos”. Por otro lado no parabas de decirme cuánto amabas a tu familia. Que el día más feliz de tu vida fue cuando vio llegar a Blasina al altar de la iglesia. Querías salir corriendo, pero ya no se podía.
Te gustaba el estudio más que hacer otra cosa. Siempre quisiste llegar más allá. Por eso tus ideas trascenderán a través de la historia de esta humanidad. Tus poesías se escucharan en los mejores teatros, y se escribirán en los mejores libros.
Te vas para la casa del Padre, del cual muchas veces hablaste y defendiste. Pero te quedas entre nosotros. Tus ideas nunca pasaran de moda. Más bien trasformarán el pensamiento de aquellas mentes deseosas de conocimiento, de aclaramiento de las verdades. Espero volver a verte pronto, allí en la casa del Padre. No te olvides de nosotros, alumnos de tu conocimiento. De éstos que estuvieron pendientes de cada palabra que salían de tu perfecta retórica.
Que descanses en paz, y que tus letras enamoren al Creador. Dios te bendiga, y bendiga a los que quieres…
Un amigo…
A veces creemos que la muerte llega con el pasar de muchos años. Cuando las arrugas tienen gran notoriedad en nuestro rostro y en la mayoría de nuestro cuerpo. Cuando varias cosas ya dejan de funcionar; cuando creemos que servimos para nada. Todos, absolutamente, tenemos miedo a morir. No queremos separarnos de esto que nos rodea, más bien nos apegamos con acérrimo esfuerzo a esto que se acaba. El problema de encontrarnos con la muerte es no haber hecho lo que nos tocaba hacer. Ahí se encontraba nuestra verdadera realización como personas. Lo que más admiro de ti, querido amigo, y hermano, es que no perdiste tiempo para tratar de solucionar los problemas que te acontecían. Querías dejar un gran legado, y lo dejaste.
Se me viene a la memoria aquellas veces que nos sentábamos en la esquina de doña María, hija mestiza entre un español y una nativa, a tomar café, queriendo solucionar los problemas de la Gran Colombia. Concluíamos con una fuerte carcajada “esto no tiene arreglo, si no nos arreglamos”. Por otro lado no parabas de decirme cuánto amabas a tu familia. Que el día más feliz de tu vida fue cuando vio llegar a Blasina al altar de la iglesia. Querías salir corriendo, pero ya no se podía.
Te gustaba el estudio más que hacer otra cosa. Siempre quisiste llegar más allá. Por eso tus ideas trascenderán a través de la historia de esta humanidad. Tus poesías se escucharan en los mejores teatros, y se escribirán en los mejores libros.
Te vas para la casa del Padre, del cual muchas veces hablaste y defendiste. Pero te quedas entre nosotros. Tus ideas nunca pasaran de moda. Más bien trasformarán el pensamiento de aquellas mentes deseosas de conocimiento, de aclaramiento de las verdades. Espero volver a verte pronto, allí en la casa del Padre. No te olvides de nosotros, alumnos de tu conocimiento. De éstos que estuvieron pendientes de cada palabra que salían de tu perfecta retórica.
Que descanses en paz, y que tus letras enamoren al Creador. Dios te bendiga, y bendiga a los que quieres…
Un amigo…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)